Chequeos médicos: por qué conviene hacérselos y con qué frecuencia
- Dicen que es mejor prevenir que lamentar y de eso se tratan estos controles, de saber en qué estado se encuentra nuestra salud y de anticiparse a una posible enfermedad.
La mayor parte de las personas acuden a un médico cuando se sienten enfermos o presentan algún síntoma, el problema es que existen patologías, algunas graves, que no expresan síntomas en sus etapas iniciales y que lo hacen cuando ya se encuentran más avanzadas y el tratamiento puede llegar demasiado tarde.
¿Hipocondríaco o previsor? El objetivo del chequeo
No se trata de buscar enfermedades donde no las hay, si no de revisar para poder actuar con tiempo y anticipación. Cuidarnos nos permitirá enfermarnos menos y tener una mejor vejez.
Se puede identificar una prediabetes y prevenir que se convierta en diabetes; a través de un chequeo se pueden evitar enfermedades, como la hipertensión o la dislipidemia que traen consigo consecuencias incapacitantes como infartos, accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y otras patologías asociadas.
El sobrepeso, la obesidad y el sedentarismo hacen aún más necesario hacerse chequeos anuales, especialmente la población adulta sana menor de 50 años,
¿Qué involucra un chequeo?
Se trata de hacer junto a un médico general o internista un estudio completo del cuerpo, analizando distintos indicadores.
Implica una evaluación médica, exámenes de laboratorio —de sangre u orina—, e imágenes —radiogafías o ecografías— si hace falta.
Es importante también controlar la nutrición, el consumo alcohol y tabaco, la realización de actividad física y los antecedentes familiares que pueden predisponer a condiciones o enfermedades.
Chequeos odontológicos y oftalmológicos
En adultos se recomienda hacer evaluaciones odontológicas preventivas anuales, para así mantener una buena salud bucal y evitar otras afecciones y complicaciones. Algo parecido pasa con las atenciones oftalmológicas, donde es relevante realizar controles anuales o bianuales de la vista, desde los 40 años, para anticiparse a problemas como la miopía o el astigmatismo.