Empresas y comunidades: la relación post proyecto de inversión

Diálogo permanente, inclusión en la cadena de valor y sobre todo, evitar caer en el asistencialismo, son algunas de las estrategias que las compañías están abordando para relacionarse bien con sus comunidades en el tiempo. Cambios culturales, acceso tecnológico y una mayor preocupación por el medioambiente son cambios fundamentales que los privados deben leer en sus vecinos.

Si algún día se escribiera un libro con la historia de la relación entre las grandes empresas y sus comunidades en este siglo, claramente habría un capítulo dedicado al caso Freirina, en la Región de Atacama, donde Agrosuper aprendió de la peor forma varias lecciones.

Es que no basta sólo con tener acercamientos tempranos, donaciones y actividades de responsabilidad empresarial. Tampoco es suficiente con cumplir todas las exigencias legales y aprobar los estudios de impacto ambiental a la hora de implementar un proyecto de gran envergadura. La inversión (al igual que cualquier actividad económica), se debe hacer en el tiempo, de forma constante y renovada.

Por esto, la relación entre empresas y comunidades una vez que los proyectos de inversión ya están andando es clave. “Después de lo de Freirina, los vecinos que viven cerca de nuestras plantas están constantemente pendientes del olor, entre otros temas, lo que nos hizo redoblar esfuerzos por mejorar las cosas”, comenta un ejecutivo de Agrosuper, mientras recorre el Sector Productivo La Estrella, Región de O’Higgins.

Aquí hay cerca de 400.000 cerdos los que generan purines (estiércol, orina y agua proveniente del lavado del pabellón), que luego son tratados en la planta. Aquí se separa lo líquido de lo sólido, procesando 1.900 m3 de agua, que después se utilizan para el riego de predios agrícolas y recirculado. Mientras, el sólido se transforma en material de compostaje, que usan los agricultores del sector como abono natural.

Por otra parte, existen sistemas de registro y medición de las emisiones de olores molestos, denominados como “narices electrónicas”. “Construir relaciones sustentables con las comunidades vecinas ha sido un eje fundamental de nuestra gestión. Hemos combinado nuestro relacionamiento comunitario con los desafíos en gestión medioambiental, invirtiendo durante los últimos años más de US$250.000.000 en tecnologías para registrar, controlar y disminuir las externalidades. Una de ellas son los olores molestos”, comenta Rafael Prieto, gerente de Asuntos Corporativos y Sustentabilidad de Agrosuper.

Más al norte, en el sector de La Farfana (comuna de Maipú), la planta de tratamiento de aguas residuales de Aguas Andinas, denominada como Biofactoría Gran Santiago, recibe en promedio unos 17 m3/segundo de aguas servidas al día. Independiente de las exigencias medioambientales, la compañía implementó un sistema para reducir al máximo los olores y así -entre otras cosas- mantener una buena relación con los vecinos. Juliette Arellano, gerente de Asuntos Corporativos de Aguas Andinas, explica que han trabajado con los vecinos mediante un instrumento denominado programa Avanza, que acaba de cumplir tres años. “Las claves de una buena relación con la comunidad son la promoción del diálogo permanente y el respeto mutuo, lo que implica tener mecanismos que faciliten una comunicación fluida.

Prácticamente todas las empresas que tienen plantas o grandes proyectos de inversión tienen responsables y estrategias para relacionarse con las comunidades a lo largo de los años, pero quizás las industrias con más experiencia al respecto son las mineras y las relacionadas al rubro de energía.

Para Matías Bernales, gerente de Sostenibilidad de Engie Energía Chile, la relación de esta empresa con las comunidades está basada en la presencia en cada territorio a través de representantes locales y diálogo permanente. “La clave está en conocer muy bien los impactos declarados de las operaciones y proyectos, así como los percibidos por la comunidad y hacerse cargo de ambos. Además, establecemos mesas de trabajo permanentes con el objetivo de que los aportes sean liderados por las instituciones sociales en los territorios y no por la empresa, porque son ellos quienes conocen muy bien la realidad y operativa local”, indica Bernales.

Tips y consejos clave

1 No utilizar a la comunidad

Las empresas deben entender que las relaciones con la comunidad son siempre permanentes y no transitorias o esporádicas. “Generar espacios de participación solo para el estudio de impacto ambiental y para obtener un permiso o licencia, genera en la comunidad la idea de ser utilizado, lo que merma las relaciones de largo plazo”, comenta Sebastián Cantuarias, director ejecutivo Fundación Proyecto Propio.

2 Monitoreo de los impactos

El mínimo que se debe considerar en torno a las relaciones con la comunidad, es el control y monitoreo de los impactos producto de la operación. “Debe ir más allá de la legalidad, teniendo en cuenta la visión y percepción de la comunidad en torno a las operaciones y el desempeño de sus contratistas y proveedores”, comenta Juan Pedro Pinochet, presidente ejecutivo de Gestión Social. Una buena práctica en torno a esto, tiene que ver con los monitoreos participativos con las comunidades de las áreas de influencia de las operaciones.

3 Comunicación y participación en el tiempo

Durante las operaciones de los proyectos, deben existir y mantenerse canales de comunicación constantes e instancias de participación activa. Cualquier acción que desarrolle la compañía y que, eventualmente, pudiesen generar nuevos impactos, o modificar los actuales debe comunicarse y evaluarse con la comunidad.

Para Cantuarias, “es clave generar espacios de trabajo y participación con la comunidad en los momentos en que no hay conflictos, porque eso construye relaciones de colaboración y confianza que luego ayudan a construir y sostener acuerdos más complejos”.

4 Incluir a la comunidad en la cadena de valor

Ya sea como trabajadores, proveedores o contratistas. Se deben considerar acciones de capacitación y seguimiento, para que estos posibles trabajadores, contratistas y proveedores alcancen las competencias y estándares necesarios para la industria. “Ser parte del negocio resulta una de las mejores oportunidades para la generación de valor compartido”, indica Pinochet.

Cantuarias es de una idea similar, indicando que se debe “maximizar la inclusión de la cadena de valor local en las empresas, de tal forma que sea la economía local la que capte los beneficios económicos de las inversiones, o que la empresa define su plan de recursos humanos con inclusión de los vecinos y personas de la comunidad en los puestos de trabajo, lo que genera distribución del ingreso, empleos de calidad para la comunidad local y relaciones virtuosas empresa-comunidad-trabajador”, dice el director ejecutivo de Proyecto Propio.

5 Generar aportes al desarrollo local

Debe existir la pregunta de cómo la operación de la industria es una oportunidad para el territorio y genera aportes al desarrollo local. Los aportes deben co-construirse a partir de procesos de participación con las comunidades y estar en línea con la visión de desarrollo de los habitantes del territorio y sus autoridades.

Estos aportes deben salir de la lógica filantrópica. “Deben ser iniciativas de largo plazo y que se articulen en una lógica público-privada-comunitaria”, comenta el presidente ejecutivo de Gestión Social.

Al respecto, el último “Mapeo de Filantropía e Inversiones Sociales”, elaborado por el Centro de Filantropía e Inversiones Sociales (Cefis) de la Escuela de Gobierno UAI (que incluyó respuestas a ejecutivos de sociedades anónimas abiertas inscritas en el Registro de Valores de la SVS), reveló la principal motivación de las compañías para realizar aportes sociales está relacionada a la búsqueda de generar valor compartido para la empresa y la sociedad (94%). Además, el estudio indicó que el 45% enfoca su ayuda en “Educación Primaria y/o Secundaria”.

6 Ir más allá de la ley

Los espacios de participación ciudadana que se desarrollan por procesos legales o para la obtención de permisos deben estar entendidos como un mínimo o un piso en la relación empresa-territorio. “La ley es algo que las empresas deben cumplir con excelencia, pero no basta para la construcción de relaciones territoriales sustentables y colaborativas”, enfatiza Cantuarias.

@@@@ Cómo medir la inversión social

Existen varias herramientas para medir la inversión social en el tiempo. EY desarrolló un modelo que se basa en estándares internacionales que abordan la relación entre las empresas y la comunidad.

La metodología establece cuatro dimensiones de análisis: Nivel de Participación, Gestión Estratégica, Retorno de la Inversión, y Transparencia y comunicación. Las dimensiones principales están a su vez conformadas por sub-dimensiones o elementos, las que son evaluadas de acuerdo al nivel de desarrollo que presentan: Básico, En desarrollo, Establecido, Avanzado y Líder. La nota final de cada dimensión corresponde al promedio de notas de cada sub-dimensión evaluada, entre las que están por ejemplo: Identificación de stakeholders, enfoque tributario de la inversión social y Cómo se comunica la inversión social.

FUENTE: Pulso
FECHA: 20/12/2017

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