Nuevas miradas para fortalecer nuestras culturas preventivas
El cambio cultural es un imperativo ético y de sana gestión.
En el IST estamos ampliando la mirada de lo que entendíamos tradicionalmente por prevención de riesgos.
Cuando hablábamos en el pasado de seguridad laboral, el foco era optimizar la confiabilidad técnica de máquinas e instalaciones o adaptar el comportamiento individual de los trabajadores. No obstante que las significativas mejoras lograron reducir los accidentes del trabajo, las metodologías y estrategias de este enfoque comenzaron a ser insuficientes.
Es por esta razón que en los últimos años se ha buscado un paradigma más amplio, así el concepto de "cultura preventiva" o "cultura de seguridad" surge como una manera más integral y efectiva de obtener mejores resultados en Seguridad y Salud en el Trabajo (SST); ratificándose dicha idea en el año 2011 cuando Chile suscribe el Convenio 187 OIT.
En la aspiración de ampliar nuestra mirada, nos dispusimos a escuchar otros saberes, provenientes -aparentemente- de lugares no vinculados al ámbito de la seguridad. En este contexto "poner la vida al centro" nos ha permitido generar una mirada más comprehensiva y avanzar hacia una visión humanizada e integral de la prevención.
Cuidar la vida se ha convertido en el principio inspirador y orientador del IST, lo que implica considerar a cada trabajadora y trabajador como seres humanos integrales, pues una condición esencial es que somos seres eminentemente sociales y relacionales, atributo con el cual constituimos una "red de comunidades" de las cuales somos parte; ya sea en la familia, nuestros barrios, las escuelas de nuestros hijos, y por cierto las organizaciones en las cuales trabajamos. En definitiva, el país es una comunidad compuesta por una red de comunidades, cuyos frutos son siempre el resultado de una acción colaborativa.
La vida de las personas y también la de las organizaciones transcurre en el convivir, en la interacción con otros. Estamos en relación con otros, lo veamos o no, estemos conscientes de aquello o no y es en este sistema relacional donde nos constituimos como seres humanos y construimos las realidades de las cuales somos parte, en función de aquello que nos importa y nos interesa cuidar.
Poner la vida al centro nos abre la oportunidad de una nueva perspectiva de comprensión de lo humano. Aparecen las dimensiones de nuestras emociones, de nuestros cuerpos y del lenguaje con las cuales generamos los vínculos y construimos la realidad con otros. Así, la realidad es una construcción social, es el resultado de la interacción con otros a través de acciones colaborativas que refuerzan el sentido de comunidad humana.
De esta visión deriva nuestra convicción que "una empresa más humana es una empresa más segura".
Entendemos a las empresas como una red de relaciones y conversaciones. Y cuando nuestras conversaciones ponen la vida al centro, aparecen nuevas comprensiones de la seguridad y de la salud en el trabajo, del cuidado y de las estrategias y prácticas organizacionales que las promueven.
Así, esto permite entender los sistemas culturales poniendo el énfasis no sólo en el individuo, sino sobre todo en los sistemas en los que este habita, es decir, pasar desde una mirada individual a una mirada sistémica, de lo programado a lo cultural. Por esta razón, en la construcción de una "identidad preventiva" cada organización debe -como imperativo ético- considerar a partir de sus propias capacidades y peculiaridades a lo menos los siguientes pilares: aprendizaje organizacional, inclusión y diversidad, rigurosidad técnica y foco en el desenvolvimiento humano. Sin estos elementos no podemos hablar con propiedad de la existencia de una cultura de cuidado.
Entendemos, entonces la Cultura de Cuidado o Cultura de Prevención y Cuidado como el conjunto de creencias, valores y conocimientos construidos colectiva o socialmente que promueven relaciones, actitudes, conversaciones, comportamientos seguros, saludables y sustentables para mantener las condiciones necesarias para que los seres humanos puedan desarrollarse, desplegando su máximo potencial con altos niveles de bienestar laboral.
Desde el punto de vista de la SST, se trata de determinar cómo la organización enfrenta el tema de la prevención y el cuidado, sea esta forma menos o más explícita, menos o más desarrollada. No existe, por tanto, una cultura preventiva independiente de la cultura, sino elementos, aspectos y atributos preventivos que forman parte de la cultura organizacional existente.
En la promoción y desarrollo de una Cultura de Cuidado y una Identidad Preventiva, se trata entonces de visibilizar los elementos preventivos y de cuidado presentes en la cultura organizacional, de generar una comunidad al servicio del cuidado y establecer ritos, modos de relación y definir qué es aquello que se quiere conservar y aquello que se quiere transformar.
Esta nueva mirada nos desafía al cambio. Porque el mundo cambiará cuando nosotros hagamos el cambio, al vincularnos, al influirnos mutuamente y en ese encuentro transformamos el mundo, que es parte del proceso de transformarnos a nosotros mismos.
FUENTE: El Mercurio
Fecha: 25-11-2018