Los dolores al cuello van en aumento y la culpa es de la pandemia
- Se han vuelto tan comunes como los males lumbares
- La menor actividad física, el teletrabajo en lugares no adecuados y el estrés han provocado más problemas en la zona cervical y alta de la espalda.
- Aunque la mayoría es por fatiga muscular, si la molestia perdura es necesario consultar para descartar una patología.
Dolor en la zona cervical y rigidez en los hombros, crujidos constantes en el cuello y molestias que pueden durar por días. Aunque estos síntomas son comunes y pueden ser consecuencia, en su gran mayoría, de fatiga muscular, cada vez se han hecho más frecuentes. Malas posturas, trabajar en lugares no adecuados o estar pegados a celulares y tabletas son parte de las posibles razones. La pandemia, nuevamente, está detrás de esta consecuencia impensada.
Si bien el dolor de cuello es bastante común y, por lo mismo, la mayoría de las veces no se le da mayor importancia, en el contexto actual se ha vuelto más frecuente y constante.
«Antes de la pandemia, el principal dolor de espalda por el que consultaban los pacientes era el lumbago, y solo en segundo lugar estaba el dolor cervical y dorsal alto«, cuenta Guillermo Izquierdo, traumatólogo y cirujano de columna de Clínica Alemana. Pero ahora, sobre todo en esta etapa de la pandemia, las consultas por ambas dolencias se han equiparado, asegura el especialista.
Combinación molesta
Aunque las razones son varias, por lejos las principales son la falta de ejercicio -sobre todo en quienes solían hacerlo constantemente antes de la pandemia-, pero también el teletrabajo.
Por eso no es de extrañar que el aumento de consultas por dolor de cuello se focalice en pacientes de entre 30 y 50 años, es decir, en el grupo que más ha teletrabajado, precisa Izquierdo.
«Son largas jornadas en espacios no preparados para ello», dice Andrés Leiva, traumatólogo especialista en columna de Clínica MEDS. «Muchos han estado trabajando en la mesa de comedor, sentados en una silla del comedor y con una laptop«, agrega. Esto no solo mantiene en una mala posición a la espalda, cuello y brazos, sino también se permanece en ella por muchas horas.
Y esa es la combinación perfecta para el dolor. Al tratar de mantener esa mala posición por largo tiempo, la musculatura se sobrecarga, lo que se traduce en fatiga y dolor. «Además, el sedentarismo (obligado) produce atrofia muscular, a lo que se suma el estrés«, agrega el especialista.
Ahora, si bien la mayoría de los dolores de cuello y parte alta de la espalda son musculares, puede haber patologías escondidas detrás de estos. Por eso, si el dolor dura más que unos pocos días o no disminuye tras el descanso de la noche, esto podría ser síntoma de algo de base tal como discopatías, artrosis, patologías con componentes neurológicos, atrapamientos de nervios cervicales o hernias.
No es que la mala postura durante la pandemia origine las patologías mencionadas, dice Andrés Leiva, pero sí puede resaltarlas. Por ello, además de la constancia del dolor hay que fijarse en su intensidad.
Si este no permite un sueño reparador o incluso imposibilita realizar tareas cotidianas como vestirse o hacer aseo, también es una señal para consultar. «Además, si el dolor se irradia a las extremidades, se podría tratar de algo neurológico«, advierte el traumatólogo.
Y si el cuello suena, tal como lo hacen los nudillos, ello no es necesariamente una señal de alerta, siempre y cuando sea ocasionalmente. «Pero si suena cada vez que la persona mueve la cabeza, necesita consultar«, dice.
«Cuando se trata de dolores musculares, en la gran mayoría de los casos, cerca de un 70%, los pacientes logran relajar el músculo en unos 10 días«, asegura Guillermo Izquierdo. Y el tratamiento tradicional es el mismo que se utiliza contra el lumbago, el que incluye calor, entre otros.
Mientras que la kinesiología, para fortalecer los músculos del área, se recomienda cuando hay una patología de base o cuando el dolor muscular es sostenido y persiste más de lo esperado.
Medidas de precaución
En general, los especialistas coinciden en que si se va a seguir en teletrabajo, o en modalidad híbrida, se debe tratar de acondicionar el espacio disponible para hacerlo más ergonómico. Es decir, que la pantalla esté a la altura de los ojos, que los antebrazos puedan apoyarse completamente y que la silla utilizada permita un buen apoyo para la espalda.
En cuanto al tipo de almohada y colchón, Andrés Leiva advierte que se han hecho muchos estudios para determinar cuáles son los ideales, pero que no se ha logrado nada concluyente. «Esto porque depende mucho de la forma de la espalda», explica.
Lo que sí cuenta con acuerdo sobre su efectividad es el ejercicio. No solo porque libera endorfinas y permite combatir el estrés, sino también porque fortalece y elonga la musculatura, sobre todo pensando en pilates y yoga. Eso sí, y sobre todo si hay dolor, estos deben ser bien dirigidos.
Por último, el especialista advierte sobre la automedicación. «No solo por los problemas propios de ella, sino también porque al hacerlo se podrían estar enmascarando los síntomas de una patología», puntualiza.