Lo que nos alimenta es lo que nos está matando
- Las enfermedades asociadas a la obesidad le cuestan a Chile al menos 0,2% de su producto interno bruto, el equivalente a la mitad del presupuesto anual del país para ciencia y tecnología.
- El tratamiento de niñas y niños con déficit nutricional, así como de personas obesas, requiere de ideas innovadoras. Educación, algoritmos, apps y una dieta impensada son parte de la artillería contra un mundo malnutrido.
- Por primera vez en la historia del mundo, la población que sufre obesidad superó a quienes están desnutridos.
Sexta versión del Eat Forum de Estocolmo, en Suecia:
Según datos preliminares de la FAO {Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), a pesar de que el hambre había crecido por tres años consecutivos hasta 2017 -principalmente por conflictos, el cambio climático y la lenta recuperación económica- finalmente fue sobrepasada por la pandemia de la obesidad.
Actualmente, las personas con sobrepeso y las obesas suman más de 2 mil millones, mientras que los desnutridos bordean los 800 millones. El 20% de las niñas y niños son parte de este último grupo. Esto, sumado al impacto en el medio ambiente de lo que significa alimentar al mundo, dicen los expertos, nos está llevando a un punto de quiebre sin retorno. Es el momento de tomar acciones y de innovar, advierten.
Dos frentes
"Estamos fallando, el sistema de alimentación está atascado y la evidencia científica nos dice que estamos enfrentando una emergencia planetaria", dijo el miércoles de la semana pasada Johan Rockstrorn, director del Instituto de Investigación para el Impacto Climático Potsdam, en el Eat Forum de Estocolmo, Suecia.
Fue la sexta versión del evento, que busca generar discusión y promover nuevas formas de alimentar saludablemente al mundo, manteniendo, al mismo tiempo, con vida al planeta.
Si bien los problemas de malnutrición -tanto por comer mal y demasiado como por no tener acceso a alimentos- es algo que ha preocupado por mucho tiempo a la humanidad, hoy el contexto es diferente. "Ahora estamos en el marco del antropoceno, donde tanto el ecosistema terrestre como el de la salud de los seres humanos están interconectados y en crisis", agregó el científico.
Un estudio del Imperial College de Londres determinó que, entre 1985 y 2016, la población mundial engordó entre cinco y seis kilos. Ello se debe a múltiples razones;
- sedentarismo
- alto consumo de alimentos ultraprocesados
- altos en azúcares y grasas, pero también por
- un exceso de comida.
Pero eso es solo la mitad de la historia. En Liberia, por ejemplo, las mujeres tienen una alta tasa de obesidad, pero al mismo tiempo, parte de los niños aún nacen desnutridos, dijo Manemi Morlai, miembro del Ministerio de Salud del país africano. "Tenemos que lidiar con ambos", agregó. Batallar en dos frentes a la vez hace más difícil el combate.
"Nos estamos quedando sin tiempo. Tenemos que tomar acciones ahora y no en cinco años más, si no va a ser muy tarde", dijo Jess Fanzo, profesora de la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos.
La académica también es la comisionada del informe Eat-Lancet, un estudio publicado a principios de año donde se presenta la base de un menú perfecto. Este permitiría mejorar la salud de la población, alimentar a 10 mil millones de personas y, al mismo tiempo, conservar el planeta.
Bajar el consumo de comida poco saludable en 50% y, en paralelo, subir la ingesta de alimentos sanos en 100% es la receta que proponen. Esto considera, además, bajar considerablemente la ingesta de carne: de 700 a 100 gramos a la semana.
La dieta propuesta -que incluye muchos más granos, frutas y verduras que los que se consumen hoy en promedio- fue el tema central que generó la discusión en el Eat Forum. El menú está planteado como una guía para ser adecuado local y culturalmente.
A la dualidad obesidad-desnutrición se suma el impacto que deja en el planeta la producción de alimentos, responsable de la mitad de las emisiones contaminantes. "Una dieta más sana no se traduce necesariamente en un planeta más saludable", Melissa Ha, vicepresidenta senior del área de agua dulce y comida de la WWF, en Estados Unidos. Por ello, aquí la innovación es crucial.
El Consorcio de Modelamiento Nutricional de la Academia de Ciencias de Nueva York utiliza algoritmos para atacar la desnutrición.
Con datos de hábitos alimentarios y salud de un determinado grupo de personas (como por ejemplo, niñas y niños de 5 a 10 años de una región específica) se puede determinar si poseen todos los nutrientes que necesitan, y si lo que les falta está entre los alimentos que tienen a disposición.
"Esto permite optimizar los recursos, reorientar políticas y asegurarse de que la gente consuma la nueva pauta alimentaria", dijo Gilles Bergeron, director ejecutivo del Instituto de Ciencia de la Nutrición Sackler, en Estados Unidos. Los diversos software que forman parte del consorcio no solo logran optimizar la dieta para niños desnutridos, sino también sirven para atacar la obesidad.
Acciones en la cadena
Mientras algunos estudios dicen que concientizar a la gente sobre una dieta saludable es suficiente para provocar un cambio de actitud, otros aseguran que además es necesario tener regulaciones e impuestos que lleven a la modificación de conductas, dice Johan Rockstrorn.
"Creo que ambos se necesitan, pero aún vemos pocas iniciativas desde las políticas públicas", asegura. "Tenemos que empezar a hablar de impuestos al azúcar o a los alimentos ultraprocesados", ejemplifica.
Jess Fanzo asegura que la gente sí es capaz de cambiar los hábitos, pero es un proceso que lleva tiempo. "Iniciativas como las que tiene Chile con el etiquetado de sellos es una de las varias formas de hacerlo", opina. Se debe probar localmente la combinación de medidas más adecuada.
Pero para que el cambio sea definitivo y el planeta reciba los beneficios, hay que atacar toda la cadena de producción de alimentos, empezando con los agricultores grandes y pequeños.
Agrimatch es una aplicación que busca conectar a los pequeños productores de arroz de Birmania con sus intermediarios. "Nuestro objetivo es equiparar las inequidades en la producción de este cultivo", cuenta Loh Rachel, cofundadora de la aplicación actualmente en desarrollo y que espera operar en todo el Sudeste Asiático.
Alpha Sennon es de Trinidad y Tobago. Nació en una granja y la detestaba, pero con el tiempo se dio cuenta de la importancia de la reconexión con la tierra no solo para los que trabajan con ella, sino también para el resto. Por ello fundó Whyfarm. "Lo que queremos es transformar la percepción negativa de las comunidades hacia la agricultura, sobre todo de los jóvenes", dice. El objetivo final es lograr seguridad alimentaria.
Evocco es una aplicación que permite a los consumidores saber el impacto en el medio ambiente de la co¬mida que compran, al mismo tiempo que su valor nutricional. "En el futuro, la gente debería basar sus decisiones de compra en qué tan sustentables son los alimentos", dice Hugh Weldon, cofundador de la aplicación con base en Irlanda. Evocco acaba de ganar un premio medioambiental de Naciones Unidas.
No hay una receta única para nutrir adecuadamente a las personas. "Se necesita una transformación hacia la sustentabilidad y esa será la forma que permitirá sustentar al mundo para 2050", dijo Johan Rockstrórn. "Porque hoy, lo que nos alimenta es lo que nos está matando".
La transformación
Eat es una start-up sin fines de lucro, con base en Oslo, Noruega, fundada por la Fundación Stordalen, el Centro de Resiliencia de Estocolmo y la organización benéfica de investigación biomédica Wellcome Trust para catalizar la transformación del sistema alimentario. Para ello, Eat está siguiendo un plan de 10 puntos que incluye la generación de conocimiento científico, la ejecución de acciones y el compromiso para lograr el cambio en 2020. En la sexta versión del Eat Forum participaron mil personas -científicos, políticos, chefs, funcionarios estatales y autoridades de organizaciones internacionales, entre otros- de 80 países.
FUENTE: El Mercurio Innovación
Fecha: 20-06-2019