El clima y el ser humano están secando las aguas subterráneas
Primer estudio a nivel mundial:
Hoy, el 20% de los pozos del mundo están en peligro. La falta de lluvias y el mal manejo serían las principales causas de una realidad que también amenaza a Chile.
Cuando se piensa en agua dulce, lo primero que viene a la mente son los ríos, lagos y glaciares, y se tiende a dejar de lado todo el líquido que hay acumulado bajo tierra. A pesar de estar fuera de la vista, este comprende el 96% del agua no congelada del mundo, por lo que es una parte fundamental del suministro de agua potable y riego agrícola de millones de personas. Pero ahora científicos descubrieron que está bajo amenaza.
El 20% de los pozos que se alimentan de las aguas subterráneas del planeta está en riesgo de secarse, asegura un estudio publicado en Science. Algo que aún se puede revertir, al menos en parte.
Científicos de la Universidad de California Santa Barbara, Estados Unidos, analizaron por primera vez a escala mundial el estado de las aguas subterráneas y de las estructuras que permiten llegar hasta ellas. Para ello estudiaron los datos de ubicación, profundidad, propósito y fecha de construcción de casi 39 millones de pozos de distintos tamaños de 40 países, Chile incluido.
Con ello concluyeron que el 20% de los pozos está en peligro de secarse, ya sea por la variabilidad climática estacional o por la disminución de las aguas subterráneas a lo largo del tiempo, o por una mezcla de ambas.
Una de las razones de ello es que entre el 6% y 20% de los pozos no tienen más de cinco metros de profundidad, lo que los hace vulnerables incluso a pequeñas variaciones en el nivel del agua.
Además, los investigadores detectaron que si bien algunos pozos nuevos se están construyendo con mayor profundidad, no siempre ocurre en las zonas donde la merma de las aguas subterráneas es mayor. Esto pone en relieve no solo la falta de un manejo adecuado de este recurso a nivel mundial, sino también la vulnerabilidad de quienes no pueden financiar tecnologías que permitan llegar más profundo.
No son inagotables
Este es un problema muy complejo, dice Linda Daniele, académica del Departamento de Geología de la Universidad de Chile y subdirectora del Centro Avanzado para Tecnologías del Agua (Capta). «Se tiene la percepción de que las reservas de aguas subterráneas son infinitas, pero no es así», advierte.
Esto porque los acuíferos dependen de lo que pasa con el agua en la superficie. Así, cualquier alteración que ocurra arriba, también repercutirá abajo.
El cambio climático y las sequías, como la que ocurre actualmente en gran parte de Chile, contribuyen a que llegue menos agua bajo tierra.
Ahora si eso se suma a una mayor extracción del recurso, muchas veces sin control, se produce un desequilibrio en el sistema. Uno que los científicos aún no conocen del todo bien.
«Una gota que se infiltra por la roca puede tardar 100 años en llegar a su destino, mientras que extraerla no demora casi nada», dice la especialista. Pero además, una explotación sin control puede cambiar la calidad del agua. A mayor profundidad, más posibilidades de que el líquido haya estado más tiempo en el lugar modificando su composición. «El problema es que no tenemos un control acabado de los acuíferos», dice la especialista. Y si bien se están haciendo esfuerzos, los resultados no son de un día para otro.
José Luis Arumí, académico de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Concepción, concuerda y añade que se necesitan cambios urgentes. «La idea de otorgar derechos de aguas subterráneas a privados no sirve por la heterogeneidad del sistema», opina. Cada acuífero es único.
Además, la información que hay de las distintas fuentes de aguas subterráneas es muy dispar, lo que no permite tratarlas con una vara común. «Las del norte están mucho más estudiadas justamente porque ahí el agua es más escasa», explica.
Mientras que la falta de monitoreo y de conocimiento general de los acuíferos también se suman a la ecuación. «Chile ni siquiera tiene una cartografía geológica detallada«, advierte.
Por todo lo anterior, este es un problema que se tiene que atacar desde muchos frentes al mismo tiempo. «Hasta ahora solo se ha pensado en construir infraestructura y no en actuar desde la realidad de los acuíferos», opina Daniele. El cambio climático y el aumento de la demanda de agua son escenarios cambiantes, por lo que se deben buscar soluciones que consideren toda su evolución, agrega.
Relleno artificial
El manejo amplio y multifactorial de los acuíferos también debería considerar su recarga artificial, dice José Luis Arumí, académico de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la U. de Concepción. En valles sometidos a agricultura intensiva de riego, este último puede producir el 75% de la recarga de las aguas subterráneas, principalmente a través de los canales. «Si puedo manejar la red de canales, puedo controlar la recarga, y eso es interesante porque en Chile tenemos 38.500 kilómetros de canales, y la mayoría no están revestidos», dice el investigador.