Científicos identifican cuatro tipos de obesidad según sus causas y características

  • La obesidad es una enfermedad, pero se sigue pensando que es algo que se puede curar solo. Los pacientes sienten que han fracasado al no poder bajar de peso. Gracias a los fenotipos, la persona puede saber dónde tiene que hacer cambios

Clasificación desarrollada por investigadores de la Clínica Mayo de Rochester, EE.UU.: señala que si bien cada clasificación representa alrededor del 20% a 30% del total de casos, se pueden combinar en una misma persona.

Según los expertos, estas categorías pueden ayudar a ofrecer tratamientos más personalizados y efectivos.

Estos son los cuatro tipos de obesidad, según sus causas:

Hambre cerebral:

Cuando se requiere una cantidad anormal de calorías para sentir saciedad. Estas personas consumen más de 400 kcal por comida antes de sentir saciedad, comparado con personas de peso normal.

Hambre emocional:

Cuando surge el deseo de comer para lidiar con emociones positivas y negativas, como estrés, ansiedad o depresión (se estima que la pandemia aumentó estos casos).

Intestino hambriento:

Cuando la sensación de saciedad tiene una duración menor a la normal y, por tanto, se siente hambre más seguido. En este grupo hay personas cuyo estómago se vacía 45 minutos más rápido que el de personas de peso normal.

Combustión lenta:

Cuando hay una disminución del ritmo metabólico (gasto energético) del organismo.

Se estima que unos 650 millones de personas en el planeta tienen obesidad. Pero aunque todos comparten un diagnóstico en común, investigadores en EE.UU. plantean que pueden agruparse en cuatro tipos diferentes de obesidad, según sus causas y características.

Se trata del hambre cerebral, el hambre emocional, el intestino hambriento y la combustión lenta (ver recuadro).

Una clasificación que, a juicio de Andrés Acosta, gastroenterólogo y director del Laboratorio de Medicina de Precisión para la Obesidad de la Clínica Mayo de Rochester (EE.UU.), puede favorecer un tratamiento más personalizado y eficaz.

«A pesar de contar con cinco medicamentos aprobados, cirugías y dispositivos endoscópicos para su tratamiento, la prevalencia de la obesidad sigue aumentando», dice a «El Mercurio» el especialista de origen ecuatoriano que ha participado en el desarrollo de esta clasificación.

En 2015 comenzaron con estudios en 500 adultos obesos, a quienes sometieron a una serie de exámenes y evaluaciones para identificar características comunes que, mediante inteligencia artificial, agruparon en once categorías. Luego, el método se fue refinando hasta llegar, actualmente, a los cuatro grupos ya mencionados.

«Cada uno de estos fenotipos (conjunto de características observables y derivadas de la interacción entre el genotipo y el ambiente) representa alrededor del 20% al 30% del total de casos de obesidad», agrega. Y pueden combinarse: en un estudio publicado este año en la revista Obesity, con 312 pacientes, se vio que el 27% de los participantes tenía más de un fenotipo.

Esa misma investigación permitió establecer que, al cabo de un año de seguimiento, el 79% de las personas que recibieron un tratamiento guiado por el fenotipo tuvo una pérdida de peso del 10% o más; en cambio, solo el 35% de aquellos que recibieron una terapia no basada en su fenotipo bajó igual cantidad. «Aplicar esta clasificación puede ayudar a definir un tratamiento más específico para cada persona, tanto a nivel de dieta, ejercicio, fármacos u otros procedimientos», precisa.

Por ejemplo, en aquellos que tienen hambre emocional, el manejo con ayuda de psiquiatras es clave, así como el uso de medicamentos en quienes tienen problemas de saciedad.

Para Víctor Saavedra, director científico de la Sociedad Chilena de Obesidad, la propuesta de los investigadores de la Clínica Mayo «ayuda a enfocarse en cómo enfrentar clínicamente al paciente, pero no ayuda en el diagnóstico propiamente tal. La obesidad es una enfermedad mucho más compleja y amplia que una descripción fenotípica que no se relaciona con la disposición y ubicación del tejido adiposo, que es lo que provoca el daño».

Para Kristel Strodthoff, nutrióloga y diabetóloga de la Clínica Alemana, la clasificación es interesante, sobre todo porque favorece el manejo individualizado de cada paciente. Esto y el trabajo de un equipo multidisciplinario, dice, deberían ser la norma. «La obesidad es una enfermedad multifactorial y, como tal, es imposible contar con un tratamiento único que les haga bien a todos», precisa.

En tal sentido, plantea que en centros como en el que ella trabaja ya se busca identificar mecanismos o factores en el paciente que pueden favorecer el desarrollo de la obesidad, de manera similar a como lo hacen los investigadores estadounidenses en estos cuatro fenotipos.

Al respecto, Acosta precisa que ya trabajan en el desarrollo de un test sanguíneo que permita identificar, de manera más rápida y sencilla, estos fenotipos en pacientes con obesidad (en la actualidad requieren una batería de exámenes que toma todo un día).

 

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