Se dijo de la industria esta semana

Cambio de paradigma para el cobre

* Editorial de El Mercurio

Una suma de factores está inhibiendo el apetito de las empresas por desarrollar nuevos proyectos.

Se hace indispensable advertir el profundo cambio de escenario que está atravesando el cobre en Chile.

Síntomas de aquello son la preocupante, y hasta hace poco desconocida, disminución de la producción y excedentes de Codelco; la caída de 42% en la inversión en proyectos mineros cupríferos, detectada por la Corporación de Bienes de Capital; la sustantiva menor productividad laboral en Chile comparada, por ejemplo, con la de Australia; la baja de las leyes de cobre -Codelco debe mover 2,5 veces más roca que hace 10 años para producir una tonelada de metal-, y la creciente necesidad de invertir en desalar agua para los procesos extractivos.

A ello se agrega la prolongada discusión institucio­nal sobre el royalty minero, que recién parece comenzar a aclararse, además de la tributaria, y los larguísimos períodos para concretar las cuantiosas inversiones necesarias para desarrollar nuevas minas, por los innumerables obstáculos administrativos que se le interponen.

Asimismo, las restricciones ambientales llegan a veces a límites absurdos, como la propuesta de ley para proteger trozos de glaciar de solo una hectárea de extensión, que igual desaparecerían sin explo­tación minera.

Desde un punto de vista político, se debe considerar además el hecho de que sectores gubernamentales prefieran sustituir la explotación privada por la estatal -lo están intentando para el litio-, la suma de todo lo cual está inhibiendo el apetito de las empresas mineras privadas para acometer nuevos proyectos, las que están concentrando sus esfuerzos solo en ampliar, cuando ello es económicamente factible y se les permite, las explotaciones existentes.

En contraste con todo aquello, Chile posee uno de los mejores distritos energético-mineros del mundo, capaz de produ­cir cobre verde en las mejores condiciones del planeta, con una insuperable capacidad instalada en empresas de inge­niería, proveedoras de equipos, conocimiento tecnológico y organización humana, que urge ser aprovechado para bene­ficio del país, antes que cambios tecnológicos que hoy no se conocen puedan eventualmente disolver ese valor, como ya ocurrió en el pasado con el salitre.

A la luz de todos estos antecedentes, es necesario que el país reflexione seriamente respecto del camino que quiere seguir en materia minera y en particular de cobre, definiendo una estrategia clara que permita realizar ese potencial.

Por momentos, hoy esa ruta parece desdibujarse, dadas las visiones contradictorias existentes respecto de la industria minera, y los cuestionamientos de todo tipo que distintos sectores han lanzado en su contra. Cuando en el mundo desarrollado la creación de valor está fuertemente asociada con el conocimiento, para Chile resulta crucial maximizar el valor presente de sus minerales, e invertir los excedentes producidos en educar y preparar a las generaciones futuras – su capital humano- de modo que, a partir de este, se amplíen las capacidades científico-tecnológicas, con las que se generará el conocimiento creador de valor.

El país no puede darse el lujo de postergarlo -obviamente, produciendo con las adecuadas precauciones en materia de seguridad y de exigencias ambientales- eternizando las discusiones que determinan cuándo esto último resulte admisible. Eso solo disminuye ese valor presente, con la consiguiente disminu­ción también de los ingresos fiscales correspondientes y de la capacidad para satisfacer las necesidades futuras de la población.

Se requiere un cambio de paradigma para abordar la industria minera, y, en particular, la del cobre. Eso incluye dejar de cuestionar la propia naturaleza de esta actividad, incentivar con convicción su crecimiento acelerado, reconocer y pro­mover el valor y aporte del sector privado en ella, e invertir en el desarrollo de tecnologías limpias que la mantengan en la vanguardia del mundo. Todo ello, antes que sea demasiado tarde.

Según la Corporación de Bienes de Capital (CBC), en los próximos dos años la inversión se desplomaría en un 42% y alcanzaría su nivel más bajo en 15 años; y a pesar de las buenas perspectivas para el precio del cobre, el sector no se recuperará por la falta de nuevos proyectos, especialmente, de gran envergadura.

Quiebre en la tendencia

El informe destaca que si bien la inversión minera ha experimentado altibajos en los últimos años, con un período de crecimiento seguido de una disminución y luego un repunte en los últimos años, en 2020 hubo un quiebre en esta tendencia debido a la falta de proyectos de reposición, como Quebrada Blanca Fase 2; la expansión incremental de Los Pelambres; y la ausencia de iniciativas importantes de Codelco, cuyos proyectos estructurales han terminado o están en su etapa final.

Indica que es poco probable que esta tendencia se revierta en el corto plazo, precisamente por la carencia de proyectos de gran envergadura en desarrollo.

Sector privado

CBC menciona como factores de disminución en la cartera de proyectos del sector privado, la incertidumbre constitucional y tributaria; y mayor complejidad en los procesos de calificación ambiental.

Precio del cobre

El informe advierte que, a pesar de estas proyecciones negativas en la inversión, el precio del cobre se espera que siga siendo alto y desempeñe un papel fundamental en la transición energética global.

Sin embargo, enfatizan, el precio del cobre por sí solo no es suficiente para impulsar la cartera de proyectos en el corto plazo.

Destino de las inversiones

De acuerdo a los proyectos existentes, la mayoría de la inversión se destinará al Norte Grande de Chile, liderado por La Región de Atacama, con US$ 3.833 millones y 19 obras; seguido por la Región de Tarapacá, con US$ 3.754 millones en cinco iniciativas; y la Región de Antofagasta, con 18 proyectos, con inversiones por US$ 2.098 millones.

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