Influenza: Más Vale Prevenir que Curar
Cuando todavía no concluye el verano, la amenaza de la influenza se instaló en nuestro país adelantando la campaña de vacunación y los llamados a prevenir esta enfermedad.
Conoce más de este virus y los cuidados básicos que pueden ayudar a prevenir su contagio.
¿Qué es la influenza?
Es una enfermedad respiratoria aguda, producida por el virus de la influenza. A diferencia del resfrío común, sus síntomas son de mayor intensidad y gravedad.
La duración de la enfermedad es “autolimitada”, es decir, mejora sola al cabo de unos días. Sin embargo, a veces puede producir cuadros más graves, como neumonía y otras complicaciones, que con escasa frecuencia pueden llevar a la muerte.
Estas complicaciones se dan especialmente en personas mayores, en personas con enfermedades crónicas, en niños lactantes y en embarazadas.
¿Cómo se contagia?
Normalmente la influenza se contagia entre una persona enferma y las sanas a través de las gotitas de saliva que se generan al toser o estornudar.
El principal mecanismo es a través de las manos, que tocan superficies contaminadas con secreciones respiratorias de un enfermo que tosió estornudó recientemente. Al llevarse las manos contaminadas a la cara, el virus ingresa a la vías respiratorias.
Por ello es importante el lavado frecuente de las manos y el taparse la boca al toser o estornudar cuando se está enfermo. También es recomendable que el enfermo use una mascarilla cuando está en presencia de otras personas.
¿Cuáles son sus síntomas?
Lo más notorio de la influenza es que se manifiesta en forma súbita, sin avisos previos provocando una repentina fiebre alta (sobre 38 grados) la que dura en promedio dos o tres días, pudiendo llegar a la semana.
Junto a la fiebre elevada, la enfermedad se acompaña de un cansancio o debilidad que pueden ser extremos, el cual en el caso de los adultos mayores se puede prolongar más allá de lo normal (dos a cinco días). Frecuentemente se presenta también romadizo o coriza.
También es habitual que la persona sufra de dolor de cabeza en la zona frontal o bien generalizada.
Es frecuente el dolor al tragar y la tos, el dolor muscular, el dolor a las articulaciones y la molestia frente a la luz, síntomas que pueden durar más de una semana. En ocasiones pueden aparecer problemas estomacales (como nauseas, vómitos y diarrea) y otitis, aunque estos síntomas son más frecuentes en los niños.
En los menores de tres meses se puede presentar apnea (cese de la respiración).
En lactantes menores la enfermedad se puede presentar sólo con fiebre alta. Los síntomas desaparecen en forma espontánea habitualmente en pocos días, pero la tos y el decaimiento pueden persistir por más de dos semanas.
¿Cómo se previene?
Para la influenza estacional existe una vacuna que se aplica anualmente y que está indicada en todas las personas. La influenza puede prevenirse practicando medidas básicas de higiene, como el lavado frecuente de las manos con agua y jabón o con preparados de alcohol-gel y el uso adecuado de pañuelos para cubrirse la boca y nariz al toser y estornudar.
Tratamiento y pronóstico
La mayoría de las personas se recuperan espontáneamente solo con medidas generales como el consumo abundante de líquidos, el uso de medicamentos para bajar la fiebre (antipiréticos) y el reposo en cama.
En personas que presentan un cuadro más severo pueden usarse antivirales para tratar la infección. Es importante guardar reposo y evitar las visitas de otras personas para no diseminar la enfermedad.
Fuente: Minsal