Las desaladoras buscan minimizar su impacto en el medio ambiente
- Con el fin de garantizar el acceso universal al agua potable segura y asequible para todos en 2030, es necesario realizar inversiones adecuadas en infraestructura, proporcionar instalaciones sanitarias y fomentar prácticas de higiene.
- La desalación es una alternativa cada vez más recurrida ante las condiciones de escasez hídrica. Pero existe preocupación sobre el impacto ambiental que esta tecnología puede tener sobre los ecosistemas.
En estos momentos, en el mundo, alrededor del 70% de las plantas desaladoras -incluyendo todas las de Chile- funciona con la tecnología de osmosis inversa, destaca Claudio Sáez, director del Centro de Investigación Hub Ambiental de la U. de Playa Ancha (UPLA).
El proceso empieza extrayendo el agua del mar, la que se hace pasar por membranas de osmosis, que son unos poros muy pequeños que, a presión, sacan la sal del agua. De todo el volumen, la mitad queda como agua dulce, y el resto como agua de mar, pero con el doble de salinidad que el líquido inicial que entra a la planta desaladora. A eso se le llama salmuera y se devuelve al mar.
Sáez afirma que esta descarga de salmuera en el océano, dependiendo del mecanismo de vertido empleado, puede tener un impacto negativo sobre la vida marina a través de un proceso que se llama «estrés osmótico», que es causado por el exceso de sales en el medio externo de un ser vivo. Esto puede afectar su metabolismo y crecimiento.
Reconoce que en Chile se ha estudiado muy poco el impacto de las plantas de desalación ya existentes. Uno de los pocos ha sido el Hub Ambiental. «Estudiamos, como referencia, un par de desaladoras en Antofagasta, principalmente en La Chimba, que tienen descarga convencional, es decir, directo por tuberías al mar. Lo que hicimos ahí fue el trasplante de un alga a distintas distancias del emisario y le medimos algunos parámetros fisiológicos y de metabolismo para ver si esa alga estaba estresada o sufría efectos negativos. Vimos que en un radio de 10 a 30 metros alrededor de la descarga, había una afectación en la fisiología y en el organismo general del alga, pero sin afectar su sobrevivencia: estaba estresada pero no moría«, explica.
Nuevas tecnologías
Para minimizar el impacto en el medio ambiente se deben usar sistemas que reducen la concentración de la salmuera descargada al mar y la limpieza de las tuberías sin el uso de químicos son algunas de las tecnologías que se están aplicando en estos procesos para obtener agua para el consumo humano o la minería.
Como el radio de impacto negativo se restringe a unas decenas de metros, el académico considera que si el problema se corrige, el impacto se podría reducir al mínimo.
«La idea sería repetir este tipo de investigaciones en otras plantas desaladoras, sobre todo en las más nuevas que tienen tecnologías de descargas más avanzadas, y ver si los efectos que vimos en la desaladora de Antofagasta se mantienen en otras zonas. Lo que nosotros creemos es que no, porque la dilución se hace más rápido«.
La diferencia está en la tecnología de difusores instalados en el fondo marino que emplean las plantas más modernas y que favorece que, al ser liberada, la salmuera se mezcle inmediatamente con el mar, lo que impide un incremento drástico de la salinidad, sostiene Sáez.
Los sistemas de obtención de agua tampoco representarían una amenaza para la fauna marina. «Su captación no tiene la capacidad de absorber peces o animales del entorno, ya que están diseñadas para flujos a velocidades muy menores, compatible con normas internacionales«, asegura el ingeniero Patricio Mártiz, gerente de desarrollo de la empresa chilena lteck, que ha participado en la construcción de estas instalaciones.
Reconoce que si bien en el pasado la preocupación por el tema ambiental no era una de las prioridades, en los últimos 20 años todas las plantas han debido pasar por un proceso estricto en el cual se evalúan los potenciales riesgos y se trabaja para mitigarlos en las diferentes etapas. «Ha habido una evolución del manejo ambiental«, sostiene.
Más de cien países
«Antes de que se ejecuten los proyectos, estos deben pasar por una serie de estudios», afirma Abraham Carvajal, gerente de soluciones y marketing de IDE Water Technologies. «Se miden, por ejemplo, todas las características que presenta la bahía: las corrientes submarinas, se miden los oleajes, se cuantifica y clasifica toda la flora y fauna existente y a partir de esa información que se recaba, se simula cómo va a ser la dispersión de la salmuera una vez que la planta entre en operación«, detalla.
En estas simulaciones se prueban diferentes escenarios y épocas del año con el fin de que la salmuera provoque el menor impacto posible en el momento de ser devuelta al mar.
Una de las alternativas que se está empleando para reducir el uso de químicos potencialmente nocivos para el medio ambiente, especialmente en la toma de agua de mar, es el pigging.
Las plantas desaladoras habitualmente utilizan cloración por choque. Esto implica añadir cloro para minimizar la incrustación de materia orgánica en las tuberías, dosificación que se hace una vez a la semana. El pigging consiste en un dispositivo de arrastre mecánico: es como un tubo que cabe justo dentro de la tubería y que se utiliza para arrastrar todo lo que se pegó interiormente y devolverlo al mar. «Con eso se evita utilizar cloro y otros reactivos que se usan para neutralizarlo«, destaca Carvajal.
En el mundo existen 15 mil plantas de desalación que se reparten en más de cien países. El productor principal es Arabia Saudita donde cuatro de cada cinco litros que se consumen proviene de estas instalaciones. Le siguen Emiratos Árabes, Libia, Kuwait, Qatar, Estados Unidos, Japón y España.
En Chile
El desarrollo de este tipo de instalaciones está en pleno auge en Chile, donde según un informe de la Dirección de Aguas del MOP ante la Mesa del Agua a noviembre del año pasado funcionaban 23 plantas, 14 en el sector minero e industrial y 9 en el sanitario urbano y rural. A eso se sumarán 22 proyectos más antes de 2030, todos ellos en distintas etapas de construcción.
Mártiz indica que»hay cada vez más ejemplos en los que la desalación de agua de mar funciona con energías renovables y Chile tiene un gran potencial para conjugar esta tecnología con energía proveniente de generación solar o eólica«.