¿Olvidé las llaves? ¿No sé qué día es hoy? El estrés y la rutina pandémica tienen a nuestro cerebro muy confundido

 

  • El estrés afecta las regiones cerebrales que controlan el aprendizaje y la memoria.
  • El estrés no necesariamente se siente como un ataque de pánico o noches de insomnio, también es estresante despertar todos los días «a más de lo mismo».
  • El aburrimiento prolongado es enormemente agotador y nuestro cerebro lo reciente.
  • La cuarentena 2020 tuvo en sus inicios un carácter de novedad. Era un escenario de mucho miedo, sí, pero a la vez surgía día a día un afán de “aprovechar” ese tiempo en casa. Nuevos hobbies, hacer su propio pan, entre otras estrategias, servían para sobrevivir al confinamiento.

Hoy el panorama es diferente. Ya no se ve en redes sociales el mismo ánimo. Estamos en el peor momento de la pandemia. Nos sentimos más cansados y no solo eso, también más olvidadizos.

¿Le es familiar? 

Pequeños pero frecuentes problemas de memoria. 

  •  Entramos a la cocina y nos desconcertamos ¿a qué venía? 
  •  Leer una y otra vez un texto porque no lo entendemos. 
  •  Laguna mental de olvidar fechas de cumpleaños
  •  No responder un mensaje pendiente
  •  No saber con claridad qué día es
  •  Dejar en el refrigerador cosas que no van ahí
  •  No poder seguir el hilo de una conversación
  •  No recordar el nombre de personas, películas, canciones. 

La lista es larga.

«Esas nieblas mentales en pandemia tienen una explicación. Y aunque sume angustia a la situación actual, son normales» dice el neurocientífico Pedro Maldonado, profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y director del Departamento de Neurociencia e investigador principal del Instituto de Neurociencia Biomédica (BNI).

A esta altura de la pandemia, todos, en mayor o menor medida, estamos experimentando un tipo de agotamiento que los expertos denominan fatiga Covid-19 o fatiga pandémica. Eso puede provocar comportamientos descuidados incluyendo los olvidos frecuentes.

Incertidumbre y rutina

«La pandemia es una situación llena de incertidumbre, y eso es lo que más ha afectado a nuestro cerebro», explica el neurocientífico.

Pero a diferencia de 2020, que también la sentimos, dice, en este nuevo confinamiento esa sensación es mayor: “A diferencia del año pasado, ahora tuvimos un periodo de verano en Chile donde las expectativas comenzaron a mejorar y cuando nuestro cerebro tiene una expectativa positiva se relaja y empieza a hacer planes a futuro”.

Ese optimismo se enfrentó pronto al alza en el numero de contagios y nuevas cuarentenas. Y tal como Maldonado indica, “todos esos planes se derrumbaron como un castillo de naipes”, lo que produjo que nuestro cerebro se viera nuevamente viviendo en la incertidumbre y la rutina.

“Todos los días ahora son iguales en cuarentena. Llega el sábado y parece lunes. Toda la energía que libere el último día de trabajo, no se ha podido recuperar porque seguimos en la misma rutina. Eso es un golpe psíquico porque el cerebro se mueve en términos productivos, planea hacia el futuro, y sin certezas, sin planes, se confunde”, dice Maldonado.

¿Cómo se vincula con los olvidos? 

Si vivimos una rutina sin grandes cambios, donde todos los días son similares, eso dificulta -explica el investigador- el poder segmentar nuestra línea de tiempo. “Si antes cada cinco días había algo diferente, que eran los fines de semana, ahora todos los días son la película del Día de la Marmota, eso confunde al cerebro porque no le permite tener eventos temporales donde amarrar memoria y produce confusión”.

El estrés, además, afecta las regiones del cerebro que controlan la función ejecutiva, el aprendizaje, y memoria. Y ese estrés no necesariamente se siente como un ataque de pánico o noches de insomnio, también resulta estresante despertar todos los días a más de lo mismo. El aburrimiento prolongado es enormemente estresante y nuestro cerebro lo reciente.

El estrés si bien es una respuesta biológica normal a una amenaza, cuando se prolonga demasiado, como ahora, nos desestabiliza. “Cuando se siente amenazado todo nuestro organismo se acelera, es como acelerar el motor del auto cada vez con más fuerza. Pero si eso se prolonga, el auto se gasta. Lo mismo le pasa a nuestro cuerpo, y el resultado es que reduce nuestra capacidad reflexiva”, aclara Maldonado.

Maldonado es enfático, “estamos más lentos cognitivamente”. Es una realidad que tareas cognitivas que no representan mayor dificultad, cuestan más. Afortunadamente dice, la intensidad del estrés no es suficiente para que queden secuelas de largo plazo, “cuando esto se levante volveremos a recordar de manera normal”.

“La gran mayoría de estos casos de ansiedad por problemas de memoria son normales y una vez levantada esta cuarentena, se pasará”, asegura. Añade que es muy importante tocar este tema “la gente pensó que estábamos fuera de las cuarentenas, y no es así, debemos protegernos para poder salir mentalmente bien de esto”.

¿Qué hacer?

El ideal sería disminuir la incertidumbre. “Pero en esta situación no hay mucho qué podamos hacer”, dice Maldonado. «Hoy la gran dificultad es que la incertidumbre y el estrés provienen de varias fuentes, desde las autoridades hasta de la ciencia que tampoco tiene respuestas definitivas”.

Para disminuir el cansancio y favorecer que el cerebro no esté tan confundido, el neurocientífico recomienda destinar tiempo a hacer cosas que se disfrutan. “Desde cocinar, leer un libro que nos guste, jugar con un perro, hasta hacer técnicas de relajación, meditación, todo funciona, pero funciona distinto para distintas personas, cada una debe buscar aquellas que cosas que tienden a relajarla”.

«Y si de ayudar al cerebro se trata», dice, «el ejercicio es lo más indicado porque no solo es bueno para el cuerpo, también lo es para el cerebro ya que ayuda inmediatamente a sentirse mejor, a sentir placer”, explica Maldonado.

«No es necesario hacer proponerse muchas exigencias. Es mejor hacer un plan pequeño, pero con posibilidades de éxito. Cualquier plan con metas pequeñas es algo que se puede lograr y ese logro motiva y gatilla luego que se pueda aumentar la meta. Los planes ambiciosos solo instalan desesperanza aprendida y se deja de realizar esa actividad», dice.

Proteger el cerebro

Con el confinamiento y la pandemia se nos priva del enriquecimiento ambiental. Ya no podemos estar fuera de casa, interactuar con otras personas, desplazarnos al trabajo, etc., todos cambios asociados con la “plasticidad sináptica”, es decir, con la capacidad inherente del cerebro para generar nuevas conexiones y aprender cosas nuevas.

Hay que hacer cosas nuevas

_“Hay que desafiar el cerebro, porque nuestro cerebro está siempre cambiando, refuerza aquello que tendemos a ejercitar y deja de hacer aquello que se disminuye”_, aclara Maldonado.

Cosas cotidianas como probar nuevos sabores a escuchar música nueva, implican al cerebro procesar información que no conocía _“eso es bueno porque lo mantiene siempre desafiándolo y reduce el estrés, te saca de un entorno permanentemente rutinario”_.

Emprender una nueva actividad como tejer, pintar, aprender un nuevo baile o aprender a tocar un nuevo instrumento musical, pero sin presión, son otras formas de desafiar al cerebro y mejorar su función.

Presiones adicionales de la pandemia

«El problema es que ante la amenaza pandemia, no siempre el curso de acción individual puede cambiar la situación estresante»_, indica el investigador,  el desafío que imponen las demandas adicionales de una vida en pandemia y en cuarentena, son muchas: estar en casa y -además- trabajar desde la casa; organizar el aseo, la comida, cosas que antes se delegaban, todo eso en gran parte produce fatiga. Estar todo un año repensando una organización de la vida con una carga adicional, es agotador”.

FUENTE: La Tercera Digital

Fecha; 12-03-2021

 

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